La ciudad romana de Darioritum se convirtió en Vannes (en bretón, Gwened: la blanca) con la llegada de los celtas. Con el golfo de Morbihan como telón de fondo y protegida por sus murallas, la ciudad vivió largos periodos de prosperidad gracias al comercio portuario, al poder religioso y al poder político. Todo ello queda plasmado en las casas medievales de entramado de madera y palacetes. Este rico patrimonio conforma el marco de vida de unos habitantes satisfechos y un lugar magnífico para visitantes hambrientos de novedades.
1 comentario:
Me encanta esta toma!!
:)
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